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Partidos y sistema de Partidos: Parte II

El concepto de partidos en plural, tomados en conjunto fue recogido por Duverger (1957), Sartori (1992) y en el Perú por Adrianzen (1993) quienes hacen una precisión fundamental al considerar ya no un solo partido, sino un sistema de partidos conceptuados como un conjunto de actores políticos que se desarrollan en interdependencia recíproca. En el caso de un sistema de partidos, tenemos varias partes de un todo pluralista, que reconoce la diferencia entre las partes que tienen características propias y el todo también tiene las suyas, no existiendo por tanto una identidad obligatoria entre el todo y la suma de las partes, esto evidentemente nos conduce a la idea de régimen democrático.

En el Perú, no podríamos hablar de un sistema de partidos formalmente establecido, debido a las dificultades de la interacción entre ellos, que es una de las causas de la crisis de los partidos. Así estaríamos hablando de un "sistema incipiente" comparándolo con otras experiencias de los países Latinoamericanos. Esto nos lleva a considerar que hay que analizar el carácter de las relaciones entre las partes, es decir, la interacción.

En este aspecto, debemos considerar que pese a la paulatina apertura de la vida política y la dación de derechos de participación electoral a la mayoría de la población adulta, a las mujeres, etc, como parte de un proceso democratizador, esto no ha constituido plenamente la generación de un orden democrático, a pesar de la concesión de derechos políticos, no se ha gestado adecuadamente las condiciones para que los partidos superen el carácter confrontacional de su conducta. Los intentos de competencia democrática actual, son intentos de competir con hábitos todavía confrontacionales, en vez de los hábitos de compromiso y consenso, lo que acelera la crisis de los partidos y hace precarios los periodos democráticos.
Sartori nos señala que no solo es importante el factor número de partidos sino también considerar que partidos son verdaderamente influyentes en cada lugar. Y la influencia, según este autor esta determinada por dos criterios: la capacidad de los partidos para ser gobierno o socios de una coalición de gobierno y/o capacidad de los partidos para chantajear al gobierno desde la oposición, es decir agrega a la contabilidad numérica el elemento ideológico, entendiendo la ideología en este caso como una característica junto con su opuesto, el pragmatismo, lo que nos permite al analizar un sistema, observar la línea que va desde partidos más ideológicos hasta partidos más pragmáticos.

Si bien es cierto, en su momento la ideología jugo un papel importante en la formación y desarrollo de los partidos políticos en el Perú, como agente motivador y conductor, hoy no existe este componente por diversos aspectos entre los cuales destaca la caída del régimen socialista de la Unión Soviética, la implementación de la democracia como sistema político, la globalización y tecnificación de las comunicaciones entre otras, que vienen configurando un nuevo modo de hacer política en la que los partidos no han logrado insertarse adecuadamente y en la que la practica de consenso, de acuerdos, de cooperación y de compromiso son tan importantes en la vida partidaria.

También hay que considerar los factores estructurales y sociales en la falta de consolidación o formación del sistema de partidos que produce un mínimo o nulo interés por participar en organizaciones políticas partidarias, la desconfianza de la ciudadanía hacia los partidos, se debe a que los ciudadanos o sectores sociales mayoritarios ya no se sienten representados por los partidos y que sus demandas no son canalizadas a través de ellos, por el contrario sienten que los partidos utilizan la propaganda y el discurso populista para conseguir votos pero que no tienen ninguna garantía de ser considerados como parte de un sistema de representación que les brinde soluciones a sus problemas.

Este fenómeno social se explica a su vez, debido a la heterogeneidad de los grupos sociales que ya no están bien definidas como sectores o clases, y por lo tanto, no se sienten representados por los partidos políticos existentes dando espacio a los llamados movimientos independientes que no tienen ninguna estructura organizativa social que permita la consecución de objetivos trazados en función de los intereses comunes, pero que electoralmente utilizan las demandas, frustraciones y exclusiones sociales para llegar a puestos claves dentro del sistema político.

Hay que incluir también en este análisis, el tema de la composición interna de los partidos, el problema del liderazgo, de los caudillos, de la alternancia, del cambio, que es lo que permite formar un grupo fuerte, estable, de la necesidad de penetrar en todo el tejido social para canalizar las demandas principales de la población.

Esto trae consigo un replanteamiento de organización y de formas de hacer política, de captación de militantes, de trabajo político en todos los niveles y sectores de la sociedad con fines y metas que vayan más allá de las contiendas electorales, de inclusión de sectores profesionales, académicos y de motivación a la participación política para la toma de decisiones en el Estado considerando a su vez los factores de la tecnología y de la globalización que configura la actividad política con incidencia en la tecnocracia y en el pragmatismo del mercado. Adaptarse, asimilar las nuevas formas de hacer política tal vez ya no por sectores sino por vínculos que acerquen a la sociedad y sus organizaciones espontáneas hacia formas más estructuradas de organización política con un remozamiento ideológico, porque todo partido necesita un sustento ideológico, cualquiera que él fuere.
(Continuará)

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