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Rosalva

Indigenas de la etnia Wayuu aprenden a leer y escribir

Con el permiso de nuestra amiga en el ciberespacio Zenia de Cuba, pongo este articulo que es muy enriquecedor para todos las personas que tenemos aun, la esperanza de un mundo mejor.

-Esta es una historia que los grandes medios llamarían subversiva,- en una campaña de propaganda con la mayor censura-, por eso nunca publican una línea sobre el tema.
Su protagonista, un pinareño , nos la contó recientemente. Esta es una síntesis.

Durante 26 meses el licenciado en Matemáticas Ángel Félix Perdomo Licourt Cubano, permaneció en Venezuela como asesor de la misión Robinson para enseñar a leer y escribir a los iletrados.
De ese tiempo diez meses estuvo en el municipio Jesús Enrique Lossada, en Zulia. En él el 60 por ciento de la población pertenece a la etnia wayuu, la más numerosa de 39 que existen en el país.
Las dos noticias más emotivas en su vida las recibió Ángel en Venezuela: el nacimiento de su hijo menor, y la muerte de su madre.
Dos hechos inolvidables para todo ser humano por la alegría que significa uno, y la desgarradura que implica el otro. Pero no serían las únicas pruebas que afrontaría en el estado de Zulia, en el cual vivió serios retos.
“Todos los días salíamos en los medios que estaban contra Chávez. Era más el gardeo de ellos que el que he sentido como atleta del equipo provincial de pista de Pinar del Río”, confiesa el también cuatro veces campeón nacional de motociclismo, deporte que practica desde que estudiaba en la formadora de maestros Tania la Guerrillera, cuando solo tenía 17 años. Hoy tiene 39.
“Desplegaban allí una gran campaña contra los maestros cubanos... que si quieren quitarle el trabajo a los venezolanos, que si esto, que si aquello. Explicábamos mucho que no estábamos allí para eso, que aquel país no nos pagaba, que sólo nos daban un estipendio, que nuestra misión era enseñar a leer y escribir”, declara.
Ángel primero se desempeñó como coordinador y después como asesor municipal integral de la Misión Robinson. Trabajaba en la orientación a cientos de jóvenes de Zulia que de forma voluntaria fungían como facilitadores.

Preparó a un grupo que era bilingüe y hablaba también el castellano, además del wayunaiki. Estos facilitadores dieron las clases en castellano, pero vinculándolas con su lengua nativa.
“Al inicio –cuenta Ángel- tuvimos dificultades con la idiosincrasia de ellos, es una cultura con muchas creencias, siempre te dicen que comprendieron lo que les explicaste, y cuando vas a la comprobación del conocimiento, te das cuenta de que no es sí. Por ello hace falta mucha más paciencia y entrega. Son muy tranquilos y poco extrovertidos, pero poco a poco nos fuimos entendiendo.
“Estuvimos en casa de la diputada indígena Noelí Pocaterra, conocimos a su esposo, quien nos contó un montón de historias acerca de la conquista española en aquellas tierras. La comunidad no tiene buenas condiciones de vida, el agua que toman es del río, muchos no tienen electricidad.
“ El primer médico que llegó allí fue un cubano incorporado al plan Barrio Adentro. Es un sitio a unos 180 kilómetros de la alta frontera de La Guajira, cerca de la frontera con Colombia.
“Cuando visitábamos el sitio íbamos bien protegidos, para evitar acciones de los grupos paramilitares que se mueven en tierra colombiana.
“Al principio los que llegamos allí pasamos por una etapa a la cual le llamábamos guerrillera, después fueron mejorando las condiciones de nuestra estancia.
“Conocí al capitalismo en vivo y amo más a mi familia y a mi nación. Allí vi menores pidiendo dinero y comida. Eso es el capitalismo y no lo quiero para mis hijos ni para ningún niño del continente. Los menores con la mano extendida fue lo que más me chocó, y aún no se ha resuelto del todo. Ahora Chávez anunció una nueva misión para ayudarlos. Me alegro de haber hecho algo bonito por toda aquella gente”.
Ángel extrañó muchísimo a su hija Angélica Dalía , quien ahora tiene ocho años. A su regreso la encontró “más larga, pero más linda”. Según sus propias palabras, la ayuda a Venezuela no incluye solo a los que van hasta esa nación, también a sus familias y a los jóvenes cubanos que trabajan en la creación de medios audiovisuales y de materiales impresos.
Con 39 años ha vivido dos grandes experiencias caracterizadas por los contrastes: la primera fue su visita a París por un estímulo otorgado en 1998 por la Juventud, y ahora, su estancia en Venezuela.
“El mundo merece estar mejor repartido”, ese es su criterio.

2 comentarios

marcelo melo -

soy de valencia y tengo 45 años y siempre e querido enseñar a leer y escribir a esa gente que yanto lo necesita ..solo pido casa y comida tengo todo el tienpo que necesiten 0416 849 57 87

Zenia -

SALUDOS ROSALVA:GRACIAS POR PUBLICAR ESTE POST.
TODOS LOS HUMANOS TIENEN EL DERECHO A TENER EDUCACIÓN.
ES MUY TRISTE LA EXCLUSIÓN SOCIAL A QUE LLEVAN LA POBREZA
LA DESIDIA Y EL DESINTERÉS POLÍTICO. ES NOBLE ENSEÑAR A OTROS LO QUE SE SABE. HASTA PRONTO.